Infección Hospitalaria. El Enfermero en cuestión
El CDC, Centers for Disease Control and Prevention, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, con sede en Atlanta, EEUU, definió a las Infecciones Hospitalarias como:
“LA INFECCIÓN HOSPITALARIA ES TODA INFECCIÓN ADQUIRIDA DURANTE LA INTERNACIÓN Y QUE NO ESTUVIESE PRESENTE E INCUBÁNDOSE AL MOMENTO DE LA ADMISIÓN DEL PACIENTE, O BIEN EN EL CASO DE UN RECIÉN NACIDO CUANDO ESTA FUESE ADQUIRIDA DURANTE SU PASAJE A TRAVÉS DEL CANAL DE PARTO. EN EL CASO DE LAS HERIDAS QUIRÚRGICAS LA INFECCIÓN PUEDE MANIFESTARSE LUEGO DEL ALTA DEL PACIENTE, HASTA 30 DÍAS O UN AÑO DEPENDIENDO DE LA COLOCACIÓN O NO DE PRÓTESIS”
La Infección Hospitalaria, IH, es una enfermedad endemoepidémica propia de los establecimientos de salud, que afecta a pacientes y personal sanitario.
Afectan entre el 4 y 13% de los pacientes que ingresan a un centro asistencial, son consideradas enfermedades no erradicalbles pero si controlables mediante programas eficaces que posibiliten la reducción notable en si incidencia.
Esta vigilancia epidemiológica es el análisis e interpretación sistemática y oportuna de datos y su posterior difusión de resultados y recomendaciones que permiten hacer los cambios necesarios para mejorar una situación de salud.
En cualquier centro de salud pueden aparecer IH, que, al igual que las enfermedades adquiridas en la comunidad, pueden ser endémicas por causas comunes con valores esperados y epidémicas por causas especiales y que exceden los valores esperados, afectando a pacientes, trabajadores de la salud, personal voluntario, visitas, etc.
La vigilancia, la prevención y el control de IH abarcan un amplio espectro de actividades que el centro de salud coordina y lleva a cabo. Según un estudio de SENIC (Study of efficace of nosocomial infection control), un programa de control y vigilancia efectivo de las IH puede reducir hasta un 30% las ITRI (Infecciones del Tracto Respiratorio Inferior), a 35% las ISQ (Infecciones de sitio Quirúrgico), a 31% las IU (Infecciones Urinarias) y a 35% las IPS (Infecciones Primarias por Sangre).
Estos porcentajes de reducción de las IH dependen de los valores iniciales: si éstos son valores elevados, pueden conducir a disminuciones más significativas siempre y cuando los programas sean realmente eficaces y llevados a cabo de manera estricta.
Los sistemas especiales o intensivos de vigilancia han sido desarrollados en respuesta a los programas de control específicos cuyos objetivos requieren modelos de alta calidad, oportunidad, sensibilidad y especificidad.
Nuestro país cuenta con un programa oficial del Ministerio de Salud de la Nación para la vigilancia de las IH y funciona en el marco del Programa Nacional de Epidemiología y Control de las Infecciones Hospitalarias, tiene su sede operativa en el Instituto Nacional de Epidemiología (INE) que depende a su vez de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS). El programa llamado VIHDA tiene como objetivo la reducción de los índices de morbimortalidad por IH y la optimización cualitativa de la atención médica en los hospitales argentinos.
VIHDA establece y coordina una Red Nacional de Hospitales que a partir de la información de cada una de las instituciones, obtiene indicadores inmediatos y actualizados de IH a nivel nacional con el fin de efectuar vigilancia epidemiológica en forma continua.
La prevención y control de IH son dos de las metas para mejorar la calidad y seguridad del paciente. Teniendo en cuenta este objetivo, (según José M. Pagani, “La calidad y la eficiencia hospitalaria” – Boletín OPS/Serie SILOS 30, 1993:101), se acepta que el desarrollo de la Gestión Integral para la Calidad (GIC), sea la estrategia válida a aplicar en los establecimientos de salud.
La GIC es un concepto moderno, dice Paganini, que surge como una necesidad imperiosa ante la realidad sanitaria nacional y mundial, se crea para desarrollar un proceso permanente hacia la calidad y eficacia en la atención de salud.
Si bien y como ya se dijo anteriormente, el problema de las IH es un problema controlable pero no erradicadle de los centros de salud, es cierto que los programas existentes son eficaces y la tendencia es la disminución en los índices de morbimortalidad por IH, y que se trata del esfuerzo conjunto del personal de cada una de las instituciones, también es cierto que hay una figura clave en el proceso: el enfermero.
Si bien se acepta que entre el 4 al 13% de los pacientes adquirirán una infección que no poseían ni incubaban al momento de ser admitidos en el hospital, también es cierto que las IH es la causa de morbimortalidad inesperada e incremento de costos y que puede generar acciones legales. Un programa de control de infecciones implica necesariamente vigilancia no sólo para definir prácticas de alto riesgo, calcular tasas y detectar brotes epidémicos sino fundamentalmente para obtener datos que permitan identificar sectores en los que se debe intervenir, como por ejemplo, unidades de cuidados intensivos, unidades coronarias, unidades de neonatología, quirófanos, etc.
Esta vigilancia supone la capacidad de recopilar y analizar datos y difundirlos en forma oportuna a personas capaces de emprender actividades eficaces de prevención y control.
La población de pacientes internados es heterogénea y el riesgo de desarrollar una infección durante la estadía en un hospital está relacionado directamente con los procedimientos que se le realicen, con el tiempo de esa estadía y con la susceptibilidad del huésped. Los datos recolectados en la vigilancia permiten concentrar lso esfuerzos en la prevención de las enfermedades, el control de lso factores de riesgo y las conductas para, de este modo, modificar tendencias (Ricardo Durlach, “El epidemiólogo hospitalario”, 2006)
El valor del trabajo del ECI (Enfermero en Control de Infecciones) consistente y validado no puede ser minimizado y mucho menos desestimado ya que se trata de LA BASE QUE SUSTENTA LA OPTIMIZACIÓN DE LA CALIDAD ASISTENCIAL.
El ECI juega un papel importante en la comunicación diaria entre el equipo de control de infecciones y los médicos de planta de los distintos servicios, Él y el médico a cargo del control de infecciones son responsables de las acciones relacionadas con la prevención, la vigilancia, la actividad policial y de capacitación del personal en control de las infecciones dentro del hospital.
El trabajo del ECI puede estar orientado al control de lso procesos o al de los resultados: el control de lso procesos o al de los resultados. El control de los procesos está orientado y relacionado con aquellas intervenciones necesarias para cambiar esos resultados: por ejemplo, la identificación y el análisis de las infecciones, la observación de la modalidad de la práctica, la capacitación del personal, las modificaciones ambientales que favorecen el condicionamiento de los reservorios de los microorganismos comúnmente relacionados a las IH, las modalidades de aislamiento de pacientes, la transmisión horizontal de microorganismos, la aplicación y consumo de antisépticos, la inmunización del personal, entre otros,
El ECI, el médico epidemiólogo y el microbiólogo conforman el núcleo del equipo que lleva a cabo el programa de vigilancia y control de infecciones en el ámbito hospitalario. No obstante, el grupo de trabajo se extiende hacia otras áreas ya que se trata de una tarea multidisciplinaria. El orden de mando responde directamente al departamento de enfermería y al director del hospital que tiene a su cargo la coordinación de la red de información y capacitación del personal de salud, participe o no directamente en el control de infecciones, es decir, que incluye en la capacitación en forma continua y permanente a todo el cuerpo de enfermeros de la institución, formando parte de esa capacitación la concientización en cada uno de ellos, ya que es el enfermero la figura que está en permanente contacto con el paciente durante la estadía del mismo, y que en primera instancia depende del enfermero de sala, de quirófano, etc., el control primario de la prevención de la infección en lo que él depende, como hábitos de higiene en sus prácticas a diario como el simple lavado de manos, cuestión hoy en la que tanto se hace incapié.
Las IH son controlables, sin lugar a dudas, pero ese control depende de la eficacia del equipo en control, depende de las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación, depende de las partidas presupuestarias a cada una de las unidades de salud del país, depende del mantenimiento edilicio e infraestructura, etc., etc., pero fundamentalmente de la profesionalidad del enfermero de todos los días, aquel profesional que tiene a su cargo el cuidado permanente de cierta cantidad de plazas, ese profesional que es el ENFERMERO.
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